"Nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira” (Ramón de Campoamor y Campoosorio , 1817-1901)
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lunes, 6 de mayo de 2013
ACERCA DEL AMOR VERDADERO
El verdadero amor entre un hombre y una mujer no se mide con hechos o con palabras, o con ambos; o por su capacidad de ofrecer o de recibir.
El amor genuino se delata por sí solo, gracias a la inmensa energía del corazón, transmitida a través de los hechos, las palabras, los silencios y la focalización de sentimientos hacia un solo hombre o hacia una sola mujer.
La energía debe fluir en el dar y el recibir, va y vuelve al mismo lugar.
Es el amor platónico, el cual ofrece sin esperar, así como exige sin ofrecer. Este tipo de amor sólo se vive en el imaginario, pues no reconoce una falta que hace parte de la estructura psíquica de un ser humano neurótico. “El amor, que tiene su origen en el deseo, nace a partir de una falta estructurante en cada sujeto”.
El amor simbólico ocurre cuando alguien que reconoce su falta desea a otro, y por tanto, "exige" algo de él. Al desear a otro ofrece lo mejor de sí, para recibir aquello que le llena en GRAN PARTE sus vacíos, sin llenarlos en su totalidad. Y acepta a ese ser que no llena todos sus vacíos, porque humildemente se reconoce como ser imperfecto o “en falta”, y agradece que el otro imperfecto haga su mejor esfuerzo para nutrir sus sueños, pues lo que se aspira no pasa de ser un sueño.
Aún así, el amor verdadero se consolida cuando ese sujeto, obviamente evolucionado en su espíritu, hace consciencia de sus ilusiones y busca darles significado.
Aunque también hace consciencia de sus enigmas, al reconocerse como ser en falta.
¿El amor es loco? Es celestial. Tiene una dosis de imaginario, pero es más espiritual que imaginario, porque la dimensión espiritual sí existe y es infinita.
Por otra parte, una de las exigencias de quien ama es la exclusividad de sentimientos hacia él, pues sólo así se legitima cada momento sublime vivido por ambos.
¿El amor es divertido o doloroso? Es divertido porque recibe algo similar a lo que cada quien quiere recibir, o al menos se ilusiona con ello. Es doloroso, porque el dar requiere de renuncia.
¿Y qué hace sublime al amor? Lo recubre la pureza de los agotados valores. La honestidad, la lealtad, el respeto, la tolerancia, la ternura, la pasión y la belleza de su magia. Por eso escasea y no se encuentra en los mercados, se venden y compran imitaciones favorables.
El amor se confunde, pero el verdadero no tiene precio, sólo es un premio que ganan los ricos de espíritu, los más evolucionados, es decir, quienes se aman a sí mismos reconociendo sus debilidades. Es el amor a sí mismo un valor, no lo es la arrogancia que empobrece al espíritu y elimina al amor irrespetando a otros. Quien reconoce sus debilidades trabaja día a día para crecer espiritualmente.
El amor verdadero se trata entonces, de un amor simbólico, no concreto, no platónico, es simbólico y con aura celestial; y por esto se delata por sí solo, gracias a la inmensa energía del corazón, transmitida a través de los hechos, las palabras, los silencios y la focalización de sentimientos hacia un solo hombre o hacia una sola mujer. Es una dialéctica entre el dar y recibir símbolos y enigmas, provenientes del corazón.
Victoria Eugenia
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